Son tiempos complejos para el mundo y Antioquia no es ajeno a una realidad que ha impactado las arcas más robustas y sólidas del globo terráqueo, con el agravante que nuestro departamento no ha podido gozar de la estabilidad de tener al frente al líder que eligió en las urnas.
Aníbal Gaviria ha sido retirado de su cargo inesperadamente un par de veces en dos temporadas extensas por requerimiento de la justicia. Sin embargo, no ha estado en manos inadecuadas, el doctor Luis Fernando Suárez Vélez ha llevado con gran capacidad la batuta de la administración departamental antioqueña.
Compromiso, diligencia, responsabilidad, respeto y honorabilidad describen cabalmente el desempeño del Gobernador encargado Suárez Vélez a lo largo de los 15 meses de gobierno. El trabajo silencioso del doctor Luis Fernando genera confianza porque no ha brillado por versos sino por hechos.
A pesar de esto, Antioquia vive nuevamente incertidumbre por la posibilidad de sufrir otro cambio de ordenador del gasto como consecuencia de una hipotética condena al electo Aníbal Gaviria Correa.
Mi posición es clara, avalo decididamente el gobierno del doctor Suárez Vélez, en su momento celebré su designación porque conocía su seriedad y sus capacidades, sin dejar de reconocer que es la persona que más conoce el programa de gobierno de Gaviria Correa, que luego fue aprobado como Plan de Desarrollo Departamental.
Hoy, reafirmo mi pensamiento, el gobernador encargado no ha sido menor a las circunstancias y ha estado al frente de la ejecución de la hoja de ruta de los antioqueños. Incluso, practicando a rajatabla con la iniciativa de unidad y trabajo cooperativo con la Asamblea de Antioquia que planteó esta administración desde su inicio.
Por esto, rechazo con igual vehemencia las posturas que intentan deslegitimar la administración de Luis Fernando Suárez Vélez, no existe motivo ni argumento de peso que fundamente tal afirmación.
Pese a sostener lo anterior, como demócrata también soy respetuosa de las decisiones de la institucionalidad, por lo que adoptaré las medidas que la justicia y el CNE consideren pertinentes, en su papel de abogar por la legalidad del mandato en Antioquia.
Lo que sí es una realidad es que Antioquia necesita estabilidad, el departamento requiere dejar atrás la incertidumbre y reconocer a su mandatario, sea cual fuere su nombre.
En el contexto actual, la administración departamental y sus funcionarios precisan enfocarse netamente en liderar el desarrollo de Antioquia y en recuperar la economía, la esperanza y la calidad de vida de los habitantes de este hermoso departamento.
Los antioqueños no pedimos, exigimos que cesen los distractores externos y permitan que un departamento pujante que quiere y necesita revitalizar su rumbo pueda concentrarse en tal objetivo. No más incertidumbre, pedimos el apoyo de los entes nacionales para que con celeridad se defina la situación y nos permitan trabajar unidos por Antioquia.
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