Opinión- Actualidad Metropolitana
Por: Miguel Vanegas
16 de agosto de 2025
La reciente tragedia de Itagüí —donde el joven Esteban Yepes Palacios de 19 años fue apuñalado mortalmente por un habitante de calle mientras paseaba a su perro— prefigura una herida más profunda de lo que parece. Inicialmente se habló de una agresión por negarse a dar una moneda, pero la hermana de la víctima, Viviana Yepes, reveló un hecho aún más doloroso: el agresor atacó después de que golpeara al perrito de Esteban. La puñalada, dada casi por la espalda, fue el desenlace de una agresión irracional y brutal.
Este homicidio no solo es un suceso violento más. Es un grito silencioso que expone la indiferencia colectiva. Viviana no lo plantea solo con dolor, sino con lógica acusatoria, al medio El Colombino afirmó: “Tienen que llegar a los extremos las situaciones para que ahí sí se pongan las pilas y se tenga que viralizar una muerte”, dijo con frustración, señalando que la respuesta institucional solo aparece después de lo irreparable.
Itagüí, como muchos municipios del Valle de Aburrá, ha visto un descenso en homicidios respecto al año anterior. Sin embargo, la calidad de esa seguridad aparente está cuestionada. La violencia persiste en la cotidianidad —en lo público, lo íntimo, lo cotidiano—, y solo se hace visible cuando ya es demasiado tarde y la eficiencia de la seguridad que ha sido bandera de la administración municipal, hoy se ve cuestionada por la demora en la captura del presunto asesino de más de 70 años de edad, pues fue capturado en el municipio de Envigado.
La muerte de Esteban interpela con urgencia: ¿por qué la indignación colectiva parece solo despertarse cuando la tragedia se viraliza? ¿Por qué el sistema reacciona solo cuando el dolor es visible en redes y titulares? ¿por qué en Itagüí no hay acciones concretas que protejan a la ciudadanía del aumento que se ha dado en habitantes de calle y del consumo de sustancias en los parques de la ciudad? ¿cuántos más Esteban tenemos que perder para que de verdad se hagan acciones que protejan a todos de la violencia?
Justicia simbólica no basta
Capturar al agresor, ofrecer condolencias oficiales o dar auxilio a la familia son acciones necesarias, pero simbólicas: no devuelven la vida.
La justicia que demanda es profunda: no solo castigo legal, sino reflexión y transformación comunitaria. Una respuesta que prevenga, que visibilice vulnerabilidades y que redefina el cómo coexistimos en el espacio público. Pues según varios medios de comunicación han publicado fotos de chats, donde comerciantes alarmaban la situación del presunto asesino, con malos tratos y amenazas a varias personas, y las autoridades, no hicieron nada.
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