Segovia somos muchos

Opinión - Actualidad Metropolitana

Segovia, 9 de enero de 2024

Tenemos el compromiso de propiciar “juntos” un encuentro de todas las diferencias que le dan sentido a la vida que compartimos en este territorio.



Por Juan Gabriel Torres



«Nuestra sociedad está protegida porque la ética está presente en nuestro modo de vida. Pero conviene recordar que esa situación solo se puede mantener si los ciudadanos colaboramos.» 

José Antonio Marina


Se dice que cuando Quilón (uno de los Siete Sabios) preguntó al oráculo de Delfos qué era lo mejor que podían aprender los hombres, el mismo Apolo respondió: «Conócete a ti mismo». Este aforismo va a más allá del mero viaje de introspección que recomiendan los memes de autosuperación que reenvían las tías en las cadenas de WhatsApp. Es más bien un precepto que, desde el pasado cultural que heredamos de Europa, nos incita a preguntarnos para qué somos buenos en relación con nuestro rol dentro de la sociedad en la que convivimos. 




 Foto: Freiman Gómez

Y es que el autoconocimiento es una responsabilidad y en Segovia, aún se tienen dificultades en esa materia, porque demanda tiempo, intuición y esfuerzo cotidiano y nosotros andamos distraídos en otra cosa, actuamos sin reflexionar y culpabilizamos a otros, por ejemplo, de las actuales circunstancias de convivencia para evitar confrontarnos con honestidad. Abundan en las calles y en los corrillos de Facebook, los sesgos autoprotectores que tienden a considerar que las dificultades se explican por causas que son ajenas y aparecen las excusas: «es que en Segovia es muy difícil, es que la descomposición social, es que el libertinaje, es que la falta de educación familiar, es que el gobierno local». Siempre es más fácil responsabilizar a otros y recurrir al factor situacional que hacernos cargo de lo que nos toca a cada uno.


Lo político, ética y moral

Es verdad que cualquier escenario en donde se establezcan relacionamientos humanos será un escenario complejo. Las diciplinas sociales llevan siglos intentando entenderlo y nunca se ha podido predecir qué sucederá cuando interactuamos con otras personas , ni qué tipo de relaciones van a resultar -Nunca se sabe con qué personas o en qué situaciones se puede uno encontrar cuando participa del Carnaval de La Gigantona, los remates o el Marraflow que hacen en el Barrio Porro- a estos relacionamientos se les llama “lo político”, y al modo en el que te cuidan, te invitan y hasta te lleva a tu casa los amigos y los desconocidos, para garantizar que llegues bien, se le llama ética.

La ética en Segovia está mucho más presente de lo que se reconoce. Se presenta de manera natural en las relaciones cotidianas de los segovianos y abarca a casi todos los que habitamos aquí, en un sistema horizontal que se establece, sin discriminaciones, imposiciones ni juicios de valor -Siéntense un sábado en la tarde en la Charcutería El Almendro y se va a encontrar a boleteras, comunidad LBGTIQ+, “ricos del pueblo”, profesores, “chirrincheros”, secretarios de despacho, albañiles, médicos y niños conviviendo en el mismo espacio y compartiendo la camaradería, la buena atención y el cuidado de quienes atienden allí-. 


“Con la mayoría de los segovianos se puede conversar y acordar el bienestar común, si se les interpela de manera respetuosa”


En contraposición a la ética, que como ya dijimos es horizontal, nos encontramos con la moral: un cuerpo de normas que se asumen generales, y que han sido ideadas, heredadas o impuestas como una construcción cultural que pretende regir la convivencia de todos los miembros de un grupo social de manera vertical. Desde la secretaría de educación se propuso en algún momento que se reviviera la sempiterna educación cívica y la inservible, arcaica y dañina “Urbanidad de Carreño” como una medida, bastante retardataria, de imponer, disciplinar y educar al pueblo en la obligación, los deberes, el acatamiento y la sumisión. Una medida desatinada para limitar, simplificar y reglamentar nuestras maneras de relacionarnos. 

En Segovia es común que se acuda a la moral más o menos de manera generalizada, sobre todo cuando queremos anular la incertidumbre que nos produce el conveniente desconocimiento del otro (El otro que parquea mal, el otro del equipo de sonido, el otro que es joven, el otro que no es mi hijo, el otro que es venezolano, el otro que no soy yo). y para dinamitar y desacreditar lo que había antes o lo que hace el vecino. Dicho de otra manera, valoramos como bueno o malo las actuaciones del otro imponiendo nuestra única verdad -desconociendo todas las gamas que se viven en este territorio de influencia minera- sin querer convenir con las circunstancias de los otros -basta con escuchar a los adultos diciendo: “es que los jóvenes de ahora” sin verse en las mismas circunstancias años atrás-. Toda moral es entonces una construcción vertical, cuando hoy las nuevas realidades culturales y sociales de nuestro municipio reclaman otros saberes y una disciplina de formación ciudadana completamente distinta y propicia para el tipo de municipio que se ha venido conformando en las actuales condiciones. 

En Segovia, en lo único que nos parecemos es en que todos somos distintos. No podemos seguir asumiendo que debemos compartir los mismos valores. Los valores no son universales ni van a permanecer inmóviles a través de los años. Los cambios son inevitables pero las maneras de afrontarlos son nuestra decisión. Podemos provocarlos, asumirlos como necesarios e intentar entender los distintos aspectos de la moral que nos tocó, o por el contrario seguir viviendo en la eterna queja y el enfado inútil.


Hay que tomar decisiones 

Decidir cómo transformar las cosas, no debe ser un capricho de los dirigentes de turno o por la obligación de “apagar incendios”. Nos corresponde tomar decisiones desde una mirada reflexiva y respetuosa de nuestra realidad, sin que por ello debamos tolerar la idiotez-con las que se han impuesto normas arbitrarias o el “todo vale” porque los segovianos somos así- que en la mayoría de los casos es contraproducente para todos; una cosa es ser respetuoso y otra muy distinta es la condescendencia que puede hacer creer a dichos idiotas que tienen la razón y que pueden permanecer en las actuaciones que afectan a toda la comunidad. Decidir también es una muestra de “firmeza de carácter”. Sin la necesidad de caer en la terquedad que solo nos ha llevado a caminar en círculos. 


Hay un “nosotros” que es posible

Entrados en esta cuestión, es muy importante saber cuáles son las debilidades que como segovianos nos han traído hasta este punto, así mismo todas las fortalezas, oportunidades, voluntades y personas -hay incansables trabajadores de la cultura, padres de familia, lideres políticos, y sociales e iglesias cristianas incluso, que desde la invisibilidad trabajan día a día en la posibilidad de un cambio progresivo hacia una mejor Segovia- para decidir y elegir qué hacer o dejar de hacer de manera crítica.

Y aunque la experiencia me dice que es imposible quedar bien con todos, y que las elecciones éticas arrastran una carga adicional de dolor social para quienes las promueven. Hay una ventana de posibilidades que el aquí y el ahora nos brinda, no solo por todo lo que se está moviendo en el territorio de un tiempo para acá, sino porque el nuevo alcalde busca, según lo que le he escuchado promover desde el inicio de su campaña, articular la mayor cantidad de voces en la búsqueda de un “sentido común” que direccione la Segovia que somos y la que queremos ser en el futuro. 

Tengo la intuición de que es posible ir encontrando -desde adentro, desde lo propio de nuestros relatos, desde el encuentro de ese “«Conócete a ti mismo», desde el aceptar que “los otros” son el reflejo de lo que soy yo; desde las dificultades y solidaridad que heredamos de los antepasados mineros-, que “lo nuestro” solo se configura entre todas las diferencias que compartimos -aun con los idiotas-, recogiendo las miradas, singularidades, necesidades, producciones y retos que nos ayuden a sumar, a confiar en lo que somos y en nuestros coterráneos -Sin confianza no hay responsabilidad social-, para admitir “Lo Segoviano” como un encuentro en el que conviva la naturaleza heterogénea que nos atraviesa el cuerpo, que nos fortalece como manada, y encontrar JUNTOS ese “nosotros” que le dé sentido a la vida que la violencia se ha empeñado en arrebatarnos y que compartimos alegremente en este territorio. Tenemos el compromiso de unificar nuestras fuerzas para impulsar el Segovia que siempre hemos soñado.


*Esta opinión es personal y no representa la visión de Actualidad Metropolitana.



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