Menos las asesinadas y maltratadas,
más la empoderadas. Simplemente más viviendo
Este editorial está dedicado
a todas las mamás que viven bajo la sombra de un opresor, las que no cuentan
con las mismas oportunidades, para aquellas a quienes les han arrebatado a sus
hijos a través de un secuestro, a las que el Gobierno les ha dado la espalda, a
quienes una mala pareja les ha quitado una parte de su ser.
Que difícil tener que
decir a que darle prioridad y escoger entre tantas noticias malas sobre que
escribir. La verdad, el hecho de ser mujer me hace alzar la voz. Quizá, no con
la misma agudeza, y la misma valentía con las que otras lo hacen. Pero sí, con
el corazón de hija, hermana, y madre. Madre de una niña que apenas está
aprendiendo a reconocerse a sí misma y que no tiene la observación de un mundo cruel.
Es difícil como periodista ser objetiva ante las injusticias sociales,
familiares y otras a las que nos enfrentamos día a día.
Ayer, 4 de marzo de 2021 fue asesinada un joven en el municipio
de La Estrella, Antioquia. Junto a su hijo de tan sólo 15 meses de edad. De acuerdo a las
autoridades los hechos ocurrieron en la noche del domingo, cuando un hombre,
que está plenamente identificado, engañó a la joven para que fuera su casa con
el pretexto de darle algunas ayudas para comprar la leche y pañales del niño.
Los vecinos
reportaron que el sujeto puso la música a todo volumen y perpetró el crimen.
Tras el reporte
a la policía de lo que estaba sucediendo, familiares de la joven y del niño
llegaron hasta el sitio, en el Sur del Valle de Aburrá, con la esperanza de
encontrarlos con vida.
En redes
sociales se vieron escenas de llanto desgarrador cuando agentes de la policía
entregaron el cuerpo del bebé a otros familiares que esperaban ansiosos que
estuviera con vida.
“Profundo dolor
siento en este momento con la noticia del asesinato de una mujer de 18 años y
su hijo, un bebé de tan solo 15 meses, en nuestro Municipio. Haremos
absolutamente todo lo que esté en nuestras manos para capturar al psicópata -
asesino que hizo esto. El cielo los reciba”, escribió en su cuenta de Twitter
el alcalde Juan Sebastián Abad.
Así como este caso, miles abundando. Varios en el olvido, varias
mujeres que hoy leen sobre ello y que callan el dolor del maltrato de una mala palabra,
de una denuncia o varias realizadas sin procesos finalizados.
Hasta el año 2018 Colombia ostentaba el segundo lugar en
cifras históricas en casos de violencia contra la mujer, según el informe de
ONU Mujeres, “El Progreso de las Mujeres en América Latina y El Caribe 2017”,
las cifras de violencia contra la mujer son alarmantes, aunque los datos
disponibles sobre la magnitud de la violencia contra las mujeres en América
Latina y aún más en Colombia no son suficientes, no alcanzan a reflejar la
alarmante situación, dado que hay una gran mayoría de casos donde las mujeres
no denuncian.
En nuestro país la violencia contra la mujer ha sido usada como
un mecanismo de dominación y poder, en las modalidades de violencia de género
sobresalen la violencia doméstica, la violencia ejercida por sus parejas que
muestra como máxima expresión cifras alarmantes de feminicidio. Además de estas
formas, el conflicto armado ha incrementado el número de mujeres violentadas
por todos los actores armados del conflicto.
Así mismo, las mujeres tanto campesino, indígenas, lideresas
urbanas, obreras, afrodescendientes en nuestro país han tenido que enfrentar la
discriminación en su condición de género y además ha vivido las múltiples
formas de violencia propia en el contexto del conflicto donde se destaca el
desplazamiento forzado.
Y así, muchos más casos, de los que poco hablamos y los
cuales se nos volvieron tan comunes que preferimos dar salto a la página y
continuar. Sin investigar, sin ir más allá. Quizá no logremos mucho. Pero
tenemos que visibilizar a cada mujer desde su rol, desde su violencia vivida.
No para revictimizarla sino para mostrar lo verdadero, lo real. Para que sea la
motivación de muchas que están bajo la sombra, bajo la opresión. Para ser un
espejo, para sanar un poco esta sociedad enferma de rencor.
Andrea Ochoa Restrepo
Directora A.M
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