Editorial ¿Qué significó “El Bogotazo” para Colombia?

Editorial 

Los actos que aún se repiten con otros personajes 



Al líder liberal Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 en Bogotá le apagaron la vida tras caminar unos metros, luego de haber salido de su despacho en la carrera Séptima, una de las principales arterias de Bogotá, a la altura de la calle 14.  Fue en ese momento cuando un sicario disparó al político. Juan Roa Sierra, desató levantamientos populares a lo largo y ancho del país. En Bogotá, ocurrieron saqueos masivos y varias edificaciones del centro quedaron reducidas a escombros.


El cuerpo desnudo y destrozado de Roa quedó tirado frente al Palacio Presidencial, donde permaneció por dos días. Y quien fue muerto a manos de la muchedumbre. Fue enterrado y días después unos militantes liberales le desenterraron para fotografiarle.


La gran mayoría de los colombianos condenaron el crimen abominable que segó la vida de Gaitán, pero nadie previó las consecuencias. Así como en las ciudades, Gaitán contaba con inmenso caudal de irrestricta adhesión dentro de la masa campesina.


Sin embargo, frente al asesinato uno de los testigos, Jorge Padilla aseguró que ni siquiera había la certeza de que Juan Roa Sierra hubiese sido el autor de los disparos que acabaron con la vida de Jorge Eliécer Gaitán. “Padilla, que se encontraba en el zaguán del edificio Agustín Nieto, observó, a pocos metros de distancia, al asesino que disparaba desde el marco de la puerta de dicho edificio, que hacía menos de dos minutos acababa de abandonar Jorge Eliécer Gaitán en compañía de Plinio Mendoza Neira”. Padilla afirmó que el sujeto al que vio disparar no era el mismo Roa Sierra de las fotos que publicaron los periódicos.


Plinio Mendoza argumentó que el agresor venía en dirección norte sur, es decir, de frente a Gaitán, quien alcanzó a percatarse de que el hombre le apuntaba con un revolver, y trató de apartarlo con las manos mientras volteaba la cabeza como para eludir los tiros, razón por la cual dos de ellos le impactaron en la nuca, como si le hubiesen disparado de atrás. Si Plinio Mendoza vio a un asesino que atacaba de frente a Gaitán, y Padilla a otro que le disparaba por la espalda (Gaitán recibió, en efecto, dos impactos en la columna, aparte de los de la nuca), hubo, por lo menos, dos atacantes.


La historia particular del líder liberal pareciera repetirse en época actuales, y aunque es difícil comparar con tiempos pasados por sus contextos y personajes. Al final, son hechos que con otras características siguen marcando la violencia en nuestro país. En la política colombiana, los actos vandálicos, las masacres, los asesinatos de líderes sociales son percibidos como el pan de cada día, sin más ni menos. Pareciera que en nuestro país los protagonistas de la “admirada” clase política se heredan las banderas y los apellidos, donde el ciudadano ve una y otra vez el mismo acto, acá donde los asesinatos se repiten como las novelas de hace 20 años que transmiten más de tres veces al año.


Según el INFORME ESPECIAL SOBRE AGRESIONES A LIDERES/AS SOCIALES Y PERSONAS DEFENSORAS DE LOS DERECHOS HUMANOS Y DE LOS ACUERDOS DE PAZ publicado con corte al 2020 se evidenció que : “Durante la pandemia del Covid19 también se registra el asesinato de líderes, y es así como desde el 6 de marzo (fecha en que se registró el primer caso de covid19 en Colombia) al 15 de julio, 95 líderes sociales y/o defensores de DD.HH. fueron asesinados y 82 desde el confinamiento nacional del 23 de marzo de 2020”.


Cabe resaltar que desde que se suscribió el acuerdo de Paz entre el Gobierno Nacional y las FARC–EP hasta el 15 de julio de 2020, 971 personas líderes sociales y defensoras de Derechos Humanos han sido asesinados en Colombia (21 en el año 2016, 208 en el año 2017, 282 en el año 2018, 253 en el año 2019 y 53 en el año 2020).


Desde la posesión del presidente Iván Duque al 15 de julio de 2020, 573 personas líderes sociales y defensoras de Derechos Humanos han sido asesinados en Colombia. Durante la administración Santos, en un lapso igual, entre julio de 2016 y el 7 de agosto de 2018 ocurrieron 459 asesinatos de líderes y personas defensoras de los Derechos Humanos.


Es entonces, que el informe hace varias propuestas como: el fortalecimiento de las organizaciones sociales y de los mecanismos de autoprotección de las comunidades tales como: las guardias indígenas, cimarrona y campesinas. Pactos regionales de no violencia y en contra de la estigmatización promovidos por los consejos territoriales de paz y demás espacios institucionales del sistema de participación y de garantías de seguridad. Cumplimiento integral de los acuerdos de paz e implementación participativa de los planes de desarrollo con enfoque territorial.  Implementación urgente de lo definido en el punto 4 del Acuerdo Final de Paz, dando respuesta a cerca de 250 familias que han manifestado su voluntad de ingresas a los Planes integrales de sustitución, 99.000 de las cuales firmaron contrato con el gobierno desde 2027. Suspensión de erradicación forzada en esos territorios y ejecución de los Pactos de Atención Inmediata y de los programas de reforma rural inicial en su primera fase. Definición de un plan urgente humanitario y de garantía de ingresos para 100.000 familias que han sido objeto de erradicación forzada sin ningún plan social para la transición a actividades económicas legales.

 


Andrea Ochoa Restrepo

Directora AM

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1 Reviews :

  1. Excelente editorial. Ojalá todos lo medios tuviesen la capacidad de análisis.

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