Opinión: ¿Cuál es el interés de la izquierda en desestabilizar Antioquia?




Por: Verónica Arango García

15 de marzo de 2021

 Nuestro departamento ha sido, a lo largo de los años, el muro de contención frente a las pretensiones solapadas de los promotores del movimiento izquierdista en el país. El territorio antioqueño es cuna de dirigentes políticos que históricamente han basado el desarrollo de las regiones con base en la cooperación de esfuerzos, modelo económico que siempre ha premiado a quienes se destacan con base en méritos. 


Sin embargo, en la actualidad, han surgido “falsos profetas” que prometen un estado utópico en el que desaparecen los estratos socioeconómicos y se posiciona la igualdad de oportunidades, en una manera de entender un mundo en el que la empresa privada no tiene lugar porque la figura del empleador ha sido sistemáticamente satanizada (distopía). 


“Falsos profetas” con orígenes fuera del territorio antioqueño y que, a pesar de haber fracasado con sus modelos de gobierno en sus regiones insisten en escalar su gobernanza a esferas nacionales. Antioquia siempre ha tenido la fortuna de contar con una cierta comunión entre dirigentes políticos y ciudadanos, situación que la ha mantenido fuerte con miras al desarrollo de una región vanguardista.


La región antioqueña ha sido históricamente un territorio muy activo electoralmente, no solo en las jornadas departamentales sino con gran incidencia en el sufragio nacional, principalmente en la escogencia del máximo mandatario de los colombianos. Lo antes descrito no es un secreto para propios ni para extraños, por lo que indudablemente nuestro departamento es un objetivo electoral para todo aquel que tenga pretensiones presidenciales. 


La izquierda entiende muy bien el escenario expuesto y entiende que la única manera de permear un territorio tan tradicionalmente unido es sembrando duda, temor, división, odio, en resumen, desestabilizando. El objetivo es claro. El medio es hacer de la historia una distopía con base en relatos incomprobables (ficticios) y ofrecer una supuesta salvación. 


El plan no es nuevo y el inicio de su ejecución no es reciente. El comienzo de este siglo fue también el principio de ataques sistemáticos en contra de gobernantes que en su momento dejaron una gran sensación de liderazgo y gestión en la ciudadanía, sin embargo, los sedientos del poder buscan enlodarlos con denuncias vacías pero escandalosas (morbo).


Luis Alfredo Ramos, acusado por reunirse con excombatientes de grupos al margen de la Ley, aun cuando ésta se desarrolló dentro del marco de la Ley de Justicia y Paz, y con fines netamente diplomáticos. 


Aníbal Gaviria Correa, actualmente padeciendo un proceso legal por presuntas irregularidades de contratación en proyecto de mantenimiento y pavimentación de la Troncal la Paz. Lo bochornoso no es la acusación, lo grave es que al actual mandatario de los antioqueños no se le permitiera desarrollar su legítima defensa en libertad ni liderar al Departamento en una terrible situación de pandemia.


Federico Gutiérrez Zuluaga, inculpado de encubrir informe que relata la supuesta causa raíz de los problemas en Hidroituango. El actual alcalde de Medellín señalaba al exmandatario de conocer tal informe y callar, días después se confirmó que dicho documento nunca fue radicado en la administración de Federico Gutiérrez y si en la actual. 


Álvaro Uribe Vélez, el líder del Centro Democrático acusado por supuesta manipulación de testigos, producto de un proceso en el que él fuera la víctima y soportado en versiones de declarantes que sostienen sospechosa relación con el victimario (Iván Cepeda). Además, señalado impunemente con hechos relatados por personajes que, lejos de ignorar la historia, manipulan los hechos con el objetivo de atrapar desprevenidos. 


Múltiples han sido los intentos de la izquierda por enlodar no solo la gestión sino el buen nombre de dirigentes políticos con trascendencia en el desarrollo de la región antioqueña.


Lastimosamente, estas escaramuzas han tenido injerencia en el imaginario de una pequeña parte de la población antioqueña, principalmente en los jóvenes. Incluso, consiguiendo cierta estigmatización una sociedad.

El llamado en esta oportunidad es a exhortar a la población no solo antioqueña sino colombiana para que no “trague entero”, es muy importante que la ciudadanía se informe, investigando los hechos en varias fuentes de información, comparando las versiones y como consecuencia de una reflexión interior construya su concepto de la verdad de los hechos.


 Fundamental una sociedad bien informada y unida para tomar las mejores decisiones de cara al futuro del país, ¡no subestimemos el 2022!

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