Opinión- Actualidad Metropolitana
Lunes, 20 de octubre de 2025
Por: Juan Gabriel Torres
“No existe la sociedad, solo individuos y familias.”
— Margaret Thatcher (1987)
Hablar de Margaret Thatcher es hablar de una época en la que la política cambió su manera de entender el poder, la economía y la sociedad. Su llegada al gobierno del Reino Unido en 1979 no solo transformó su país, sino que dio origen a un modelo de gobierno —el thatcherismo— que se expandió por el mundo como símbolo del neoliberalismo moderno.
En Colombia, aunque su influencia fue indirecta, se hizo sentir con fuerza a través de las reformas económicas de los años noventa y del discurso de “orden y autoridad” de los 2000. En municipios mineros, como Segovia, esa herencia se traduce en políticas extractivistas, privatización de servicios y debilitamiento del Estado local. Este articulo busca explicar qué tipo de política configuró Margaret Thatcher, cómo su legado sigue vivo en la política internacional y colombiana, y de qué manera su sombra se percibe —a veces sin nombrarla— en la vida social y económica de Segovia.
De hija de tendero a “Dama de Hierro”
Margaret Hilda Roberts nació en 1925 en Grantham, Inglaterra, en una familia metodista y trabajadora. Su padre, tendero y predicador, le inculcó valores como la disciplina, la austeridad y la independencia personal. Estudió química en Oxford y luego derecho fiscal, combinando formación científica con pensamiento pragmático. En 1959 fue elegida diputada por el Partido Conservador y en 1979 se convirtió en la primera mujer en gobernar el Reino Unido hasta 1990.
Su contexto familiar, marcado por la moral protestante y el esfuerzo individual, junto con la crisis económica de los años 70 —inflación, desempleo y conflictos sindicales—, moldearon su idea de que el Estado debía dejar de “malcriar” a la sociedad y que el mercado, la competencia y la propiedad privada eran la verdadera vía del progreso.
El Thatcherismo: una revolución conservadora
El thatcherismo fue más que un conjunto de medidas: fue una forma de ver el mundo.
· Económicamente, apostó por la privatización de empresas públicas, la reducción del gasto estatal, el control de la inflación y la liberalización de los mercados financieros.
· Socialmente, enfrentó a los sindicatos, recortó ayudas sociales y promovió la idea de que el éxito dependía del esfuerzo personal y no de la intervención del Estado.
· Políticamente, se caracterizó por su autoritarismo y nacionalismo, defendiendo la soberanía británica frente a Europa y su liderazgo durante la Guerra de las Malvinas (1982).
Su alianza con Ronald Reagan consolidó la era neoliberal y el dominio global del libre mercado. Desde entonces, la política occidental adoptó el su credo: “La economía es el método; el objetivo es cambiar el alma.” (Margaret Thatcher, Sunday Times, 1981), configurando un modelo que desmanteló buena parte del Estado de bienestar construido tras la Segunda Guerra Mundial.
Aunque Thatcher falleció en 2013, su huella sigue presente en el neoliberalismo global, que prioriza la estabilidad macroeconómica sobre la equidad social. Su visión de soberanía nacional anticipó los argumentos que, décadas más tarde, alimentarían el Brexit, mientras su alianza con Estados Unidos consolidó la hegemonía occidental en materia económica y militar.
«El Consenso de Washington (1989) tradujo al lenguaje latinoamericano las reformas impulsadas por Thatcher y Reagan, estableciendo un programa económico basado en la disciplina fiscal, la liberalización del comercio y la privatización de empresas públicas.»
Del Támesis al Magdalena: el thatcherismo en versión colombiana
En Colombia, el legado del thatcherismo se filtró principalmente con la apertura económica del presidente César Gaviria (1990–1994), que liberalizó la economía, redujo aranceles y privatizó empresas estatales siguiendo el “manual neoliberal” promovido por Thatcher y Reagan. Pero a diferencia del Reino Unido, Colombia carecía de un colchón de bienestar. Esto aumentó la desigualdad y golpeó a la industria nacional, debilitando la base productiva.
Más tarde, Álvaro Uribe (2002–2010) combinó ese modelo económico con una lógica de seguridad y nacionalismo —para enfrentar a las FARC— similar a la de la “Dama de Hierro” frente al IRA: un Estado fuerte para garantizar el orden, pero débil en redistribuir la riqueza.
Iván Duque (2018–2022) intentó profundizar el modelo con reformas tributarias regresivas, que fueron rechazadas socialmente en el Paro Nacional, mostrando los límites de un neoliberalismo desgastado.
Y finalmente el gobierno de Gustavo Petro (2022– ) que se presenta como “anti-thatcherista”, buscando desmontar parcialmente el modelo a través de reformas sociales. Sin embargo, sigue atado a los condicionamientos de la globalización neoliberal y a la dependencia extractiva.
En todos los casos persiste una visión de Estado subordinado al mercado, donde la estabilidad macroeconómica y la seguridad se anteponen a la participación y la justicia social.
Segovia: neoliberalismo a escala local
Aunque parezca lejano, el modelo político de Thatcher encuentra ecos tangibles en las dinámicas económicas y sociales de Segovia. Dicho legado se refleja en la dependencia de la minería del oro como motor económico. La lógica del mercado —más inversión privada, menos intervención pública— ha convertido al territorio, al menos desde las lógicas de las multinacionales extractivistas, en un espacio donde la rentabilidad se convirtió en el único criterio de desarrollo.
La privatización de servicios públicos, que Thatcher promovió como modernización, en Colombia derivó en un Estado local debilitado. En Segovia, en varios momentos del pasado reciente, la prestación de servicios esenciales como el agua, alumbrado público, aseo y gas se le han traspasado a operadores mixtos o privados, lo que limita el control público sobre tarifas y calidad. El mismo principio que aplicó Thatcher en los años 80: “El Estado no debe competir con el sector privado”.
Cultura del individualismo
La frase “no existe la sociedad, solo individuos y familias” tiene ecos en la vida cotidiana segoviana de varias maneras. Se manifiesta en desconfianza hacia la institucionalidad, desarticulación del movimiento comunitario y sindical y la resolución individual de los problemas sociales. Este individualismo, que debilitó a los mineros británicos en los 80, también erosionó el tejido social segoviano. Tras años de conflicto armado y abandono estatal, la cuestionable venta de la Frontino Gold Mines a Medoro Resources en 2010 —Asociada de manera general con desempleo, fragmentación sindical y pérdida de cohesión social— fue el punto de quiebre en el que la política neoliberal dejó de ser un discurso y se volvió experiencia cotidiana en la vida de las y los segovianos.
Seguridad, orden, control y resistencias locales
El discurso de Thatcher sobre el “orden y la ley” también resuena en la historia de Segovia. La militarización del territorio, la vigilancia sobre la minería artesanal y la criminalización de la protesta en los paros mineros son formas locales del autoritarismo neoliberal, donde el orden se impone por encima del diálogo.
Sin embargo, Segovia también encarna la contracara del neoliberalismo: Los colectivos culturales, los procesos de memoria, las organizaciones de mujeres y la Mesa Minera son expresiones de una ciudadanía que busca reconstruir lo común frente a la lógica del mercado. En ellos aparece una ética opuesta al thatcherismo: la solidaridad, el cuidado y la comunidad como ejes del desarrollo local.
«Las memorias mineras y las prácticas solidarias reafirman la idea de que lo común sigue siendo una forma de resistencia.»
En conclusión, el legado de Margaret Thatcher trasciende la historia británica en un patrón ideológico que moldeó el orden político y económico global de las últimas cuatro décadas. Su visión de un Estado mínimo, un mercado autorregulado y una sociedad individualista definió la agenda neoliberal que se extendió desde Europa hasta América Latina. En Colombia, este modelo reconfiguró la economía y las políticas públicas, consolidando un país más abierto al capital pero también más desigual y fragmentado.
En territorios mineros, se materializa en la dependencia extractivista, la privatización de servicios y la fragilidad del Estado local. Sin embargo, las resistencias sociales y culturales emergentes demuestran que el legado neoliberal no es irreversible. Las memorias mineras y las prácticas solidarias reafirman la idea de que lo común sigue siendo una forma de resistencia.
Superar el thatcherismo implica repolitizar la economía, restaurar el papel redistributivo del Estado y recuperar la soberanía territorial sobre los recursos naturales, frente a la hegemonía del mercado. En esa tarea, territorios como Segovia ofrecen una lección esencial: el poder de lo común aún persiste, incluso bajo la sombra de la Dama de Hierro.
Referencias bibliográficas
- Ramiro Troitiño, D. & Kerikmäe, T. (2019). Margaret Thatcher: ¿precursora del brexit o europeísta ambigua? Historia y Política, 42, 331-356. https://doi.org/10.18042/hp.42.12
- National Geographic (2024). Quién fue Margaret Thatcher y cuál fue su papel en la Guerra de las Malvinas. [Versión digital]
- Encyclopedia Britannica. (2020). Margaret Thatcher. https://www.britannica.com/biography/Margaret-Thatcher
- Gamble, A. (1988). Privatization, Thatcherism, and the British State. Journal of Law and Society, 16(1), 1-20.
- Shankardass, R. D. (1989). Ten years of Thatcherism in historical perspective. Economic and Political Weekly, 24(51/52), 2849-2858.
- Young, H. (2013). Margaret Thatcher, individualism and the welfare state. History & Policy. https://www.historyandpolicy.org/opinion-articles/articles/margaret-thatcher-individualism-and-the-welfare-state
- Departamento Nacional de Planeación (DNP). (1994). Leyes 142 y 143 de 1994: Régimen de servicios públicos domiciliarios.
- Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (OCMAL). (2023). Minería y conflictividad en el Nordeste antioqueño.
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