La naturalización de la crueldad en Segovia - Actualidad Metropolitana

Breaking

Home Top Ad

Responsive Ads Here

Post Top Ad

Responsive Ads Here

domingo, 23 de junio de 2024

La naturalización de la crueldad en Segovia

Opinión - Actualidad Metropolitana 

23 de junio de 2024

Por Juan Gabriel Torres  


«La crueldad de lo real no es dolor ni la violencia ensangrentada, aunque esas sean sus manifestaciones más evidentes. Lo cruel está pegado a la realidad o tal vez sean la misma cosa. La realidad puede ser cruel cuando se hace evidente que no podemos escapar de ella, o cuando descubrimos que ofrece solo incertidumbre; la primera nos pide inventar un sistema de olvidos, la segunda un sistema de certidumbres, con la primera inventamos separarnos, con la segunda embadurnarnos de ella; sin embargo, ambas son estrategias para soportar lo indigesto de la cruda realidad» 

Valdenebro, (2019:35)





En el informe del Centro Nacional De Memoria Histórica sobre El Carnaval de La Gigantona se emplea el concepto de “continuum de la violencia” con el que explican la incidencia que tienen todas las prácticas de discriminación, exclusión social, deshumanización, despersonalización o, en general, todas las conductas que clasifican a un individuo o a un grupo social como pertenecientes a una condición humana inferior. 


En muchos sentidos lo que ha pasado con Segovia alrededor de los relacionamientos sociales tiene una profunda conexión con este concepto que, según el mismo informe, al convertirse en hábitos culturales perpetuados cotidianamente en tiempos de paz, representan una condición fundamental para el surgimiento de fenómenos de violencia masiva.


Ahora bien, debemos ampliar la mirada del territorio para permitirnos entender todo esto que configura lo que somos como segovianos en su multiplicidad y complejidad. Y un factor determinante en toda América Latina es la llegada de las empresas extractivistas que se establecen para producir materias primas destinadas al mercado global, y que traen consigo burdeles, grupos armados legales e ilegales, predación de la naturaleza y del paisaje, precarización del empleo y del salario, condiciones de trabajo servil, semi-esclavo y esclavo; que consumen el “tiempo” de la gente y neutraliza el carácter subjetivo de las personas a la condición de mercancía. Todo esto justificado en los preceptos de “desarrollo-progreso” para las regiones. 



“Los burdeles tienen como finalidad crear un espíritu del cuerpo que nos enseña a cosificar la vida al actuar sobre las mujeres, sobre la naturaleza como si fueran cosas”.



A toda esta amalgama de actos y prácticas que se desprenden, entre muchos otros factores, del “continuum de la violencia” y del “desarrollo-progreso”, en los que estamos inmersos por las características del contexto que compartimos, la autora Rita Segato les llama “La pedagogía de la crueldad” porque enseñan, habitúan y programan a los sujetos a transmutar la vitalidad de la existencia en cosas.


Según la autora, en la repetición de la violencia se produce un efecto de normalización del paisaje de la crueldad, promoviendo en la gente la falta de empatía. Que conviene a la esfera paraestatal que controla la vida, la violencia-economía de sectores cada vez más numerosos de la población. La crueldad habitual favorece todas las formas de consumo y el aislamiento de los ciudadanos mediante su desensibilización al sufrimiento de los otros.


Con las formas de explotación actual se han naturalizado varias maneras de desprotección y de precariedad de la vida que buscan disminuir la empatía de los sujetos. Estas formas de explotación dependen de que seamos capaces de acostumbramos al espectáculo de la crueldad y de que naturalicemos la expropiación de vida para que el sufrimiento del otro pase a ser visto como un mero trámite en el que no hay dolor porque es una mera foto, una publicación en el opinómetro, un acto maquinal, como cualquier otra cosa. 


En la distribución asfixiante de accidentes, heridos, peleas, muertos, actos sexuales privados o formas de bullying en las salidas de los colegios que se promueven en videos y fotos, no se considera que esos son los hijos, hermanos, tías, padres o alumnos de alguien más. Ser capaz de ser cruel sin sentir, disminuir el umbral de empatías al sufrimiento del otro es una especie de mandato de insensibilidad al que estamos sometidos. Es la personalidad funcional de una época en la que las relaciones entre personas están vaciadas de responsabilidad afectiva y gravitan en funciones, utilidades e intereses.


En este escenario fatal para la vida en comunidad, tenemos unos medios que colaboran con exhibir públicamente la agresión a los cuerpos, sobre todo al de las mujeres, y a la vida privada de las personas. La idea de la pedagogía de la crueldad tiene que ver con las maneras que usa ese lente mediático para barbarizar la sociedad y para mentirle al público: haciéndole creer que está de su lado mientras lo preda, exhibe, rapiña y sacrifica en su constante agenda de indignación que solo prioriza las reacciones de odio y enojo, porque no ofrece la posibilidad del contradictor, de las opiniones divergentes o de la presunción de inocencia, un derecho humano fundamental. 


Es una catástrofe, que al haber perdido la capacidad de negociar las relaciones entre las personas – Con el que nos puso los cachos, el que nos quedó debiendo o con el padre de nuestros hijos- acudamos al peligrosísimo linchamiento moral en redes, que solo nos lleva a un retroceso y a una debilitación de los relacionamientos sociales.


En estas formas de escarnio público y de difusión de la crueldad la sociedad va encalleciéndose, volviéndose menos empática e incapaz de ponerse del lado del otro. Una sociedad habituada al daño como una forma de relación con los otros es una sociedad frágil ante las dificultades, eso ya lo hemos experimentado antes. 



Es responsabilidad de los artistas, de los profesores, de los padres de familia, de otros medios incluso hablar sobre estos hechos. Nombrar es crear la posibilidad de un espejo en el que nos reflejemos como sociedad segoviana.



Debemos intentar alguna manera en la que la mala práctica de estos medios y/o redes sociales sea puesta en evidencia desentrañando su operación. No solo porque causa un daño extraordinario a los relacionamientos sociales y no tienen ningún tipo de ética; sino porque saben que la pedagogía de sus publicaciones enseña el ejercicio de la crueldad en las relaciones, en los hogares y en la calle. Lo saben, y por eso buscan desacoplarse, desde el faro de la moralidad, de su vínculo con la misoginia, el racismo, la xenofobia, la homofobia, la instigación al delito y las formas de control mafioso que promueven. 


Para que la vida privada de las personas, de las mujeres, de los menores de edad incluso, deje de ser un espectáculo de corrillo de corredor o de cadenas de WhatsApp, debemos crear mecanismos de protección de la sociedad. Y si bien es un proceso histórico el que nos ha expuestos a la naturalización de las extremas formas de crueldad, tenemos que trabajar para transformar la sensibilidad de las audiencias frente a la crueldad como diversión y ante lo que producen los medios como discutible. Judicializar de verdad esta agenda violenta y reproductora del daño como entretenimiento no sólo va a lograr, en algunos casos, sentencias por parte de los jueces, sino también, que la gente comience a sentir y pensar en los medios como violentos, entendiéndolos e interpelándolos para debilitar, entre todos, su función reproductora del espectáculo de la crueldad.


Lo que debemos saber es que todxs estamos en riesgo de aparecer en alguno de estos medios y/o redes. En cualquier momento podemos ser impugnados, desechados, vueltos prescindibles de nuestra posición, perseguidos y despojados de nuestra vida privada. En cualquier momento podemos ocupar ese lugar de víctima sacrificial, expuesta a la rapiña de las redes donde cada una de estas ejecuciones ejemplarizantes es reproducida hasta el hartazgo en sus detalles mórbidos por una visión de la información mediática que se ha vuelto indefendible e insostenible para la convivencia en la diferencia. Porque es un sistema que busca el sensacionalismo en su contenido aprovechándose de las circunstancias del “sálvese quien pueda” que produce una indefensión generalizada, cuando en lo social nos cuidamos y defendemos entre todos. 



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Post Bottom Ad

Responsive Ads Here

Pages